Fue un 2021 de grandes momentos para Santiago Motorizado. En solitario, el líder de El Mató a un Policía Motorizado, se aventuró en un nuevo universo para componer más de 40 piezas musicales para el re-estreno de Okupas. Un viaje por géneros como la cumbia, el folklore, el tango, la salsa y el pop electrónico que quedó eternizado en su álbum debut como solista: Canciones sobre una casa, cuatro amigos y un perro.
Lo que a priori fue una oportunidad soñada – aunque externa – se transformó en el espacio ideal para su desarrollo personal. Compuso un folklore, un tango, una salsa y jugó a ser “Santiago Corazón” – su alterego cumbiero – en “Tonto Corazón” y “Bandera Blanca”. Colaboró con admirados como Vicentico, Melingo, Jorge Serrano, Anabella Cartolano, Rotman, Javier Acevedo, Nina Suárez. Y tildó un deseo más profundo al cantar una samba con su papá, Felipe Barrionuevo: “Con mi viejo tenía una cuenta pendiente, no encontraba cómo hacer que sienta propia alguna de mis canciones”.
A punto de salir a los escenarios a defender sus dos proyectos, comienza el 2022 con una gira solista por el sur de la Argentina. Nuevas canciones conectaron con nuevos públicos: Okupas trajo oidos nuevos y volvió a comprobar la propia vitalidad de la música: “Todo el tiempo hay gente encontrándose con las canciones”.
En cuanto a Él Mató, se avecinan festivales como el Primavera Sound, Lollapalooza, Asunciónico, Cosquín Rock, y un nuevo disco que sucederá a su “clásico dentro de nuestro contexto”, La Síntesis O’konor.
Cuánto vivido en el 2021, ¿pudiste procesarlo?
La verdad que cuando entregué lo de Okupas lo empecé a extrañar. Empecé a extrañar esos días raros de pandemia y encierro, que a la vez disfruté, porque para mí fue un privilegio atravesar la pandemia activo musicalmente y encima haciendo algo soñado. Pienso siempre en eso, en lo groso de haber participado, y siento que todavía no termino de caer. Sigo disfrutando porque estos shows son la presentación de estas canciones y es una etapa que no terminó. A la vez, me genera un poco de nostalgia. Esos días fueron muy especiales.
Vos lo vivís como el final, pero para quienes escuchan es como el principio. La disciplina con la que tomaste esta propuesta…
Totalmente. Encaré estas canciones como un disco. En la mayoría, no era necesario hacerlas enteras, con un pedacito bastaba. Pero dije, ya que estoy, compongo todo. Cumplí con lo que necesitaba Okupas, pero también con la composición en sí. En hacer una pieza musical, un álbum.
Creaste un universo creativo enorme…
Hice una selección de entre 40, 45 piezas. En el álbum quedaron 19. Así que estoy viendo qué hacer con el resto, me gustaría publicarlo. Una segunda parte, una versión extendida.
Una oportunidad externa, ajena, potenció y derivó en un gran proyecto personal, ¿esperabas ese desenlace?
Fue increíble. Más allá de lo que significaba ser parte de Okupas, todo esto sirvió para cantar con Vicentico, Jorge Serrano, Melingo. Experimenté y disfruté haciendo un folklore, un tango, cumbia, una salsa, y siento que si no hubiera sido por Okupas no lo hubiera hecho. Siempre me planteé probar cosas, pero las vas postergando porque hay otras prioridades. Okupas me obligó a concretar esas fantasías que tenía. Con mi viejo, por ejemplo, tenía una cuenta pendiente: no encontraba cómo hacer que sienta propia alguna de mis canciones. Entonces, la samba que nació por y para Okupas me permitió una conexión con mi papá y cerrar algo que tenía en la cabeza. Lo tenía decidido, pero no lo había hecho aún. Quería que él esté motivado y que sea parte con su estética propia, con su voz.
Hoy tenés dos vías paralelas. Él Mató y Santiago, ¿Santiago es tu espacio de experimentación?
Si bien El Mató se fue abriendo mucho a nivel estético y conceptual, cuando uno ya tiene un proyecto, lo nuevo aparece para desarrollar eso que no entra en el universo del que ya existe. También, muchas veces sirve de herramienta creativa. En un proyecto uno crea un universo que a veces te empieza a encarrilar por un camino. Entonces, el otro te permite ampliar porque decís “esto es otra cosa, puedo irme a otro lado y no me importa”. Está bueno atravesarlo y después volver a Él Mató o lo otro que hagas. Permitirse salir de “el rol que creé”. Cualquier apertura o recorrida por lugares diferentes es positiva. No imagino hacer un folklore con Él Mató, pero con esos mecanismos compositivos que utilicé recorrí cosas que fueron ejercicio nuevo para mi cerebro. Eso sí se aplica. Y está bueno.
Imagino que con Okupas también llegaron nuevos públicos
Todo el tiempo hay gente encontrándose con las canciones. Obviamente Okupas tiene tanta historia propia, que ser parte de eso implica un montón de público. Se genera un cruce buenísimo. Me encanta ver que las canciones – viejas, o de cualquier época – siguen llegando a nuevas escuchas. Tocamos muchas veces en el Lollapalooza, por ejemplo, pero siempre que se anuncia hay un montón de comentarios tipo “che, hay una banda que se llama Él Mató a un Policía Motorizado?”. Me divierte un montón. Es lindo que alguien siga descubriendo la existencia de nuestra banda, me lleva a los primeros años y me hace sentir joven. Como si estuviéramos en un loop temporal y se rompiera esa cosa lineal del tiempo.
La música está viva…
Sí, me sorprende un montón. Me cuesta entenderlo también. Hacemos canciones, las tocamos y ya nos ponemos a pensar en nuevas canciones. Pero alguien la escucha porque ve una recomendación, un link u Okupas y esa canción vuelve a nacer para esa persona. Es la primera vez que la escucha y conecta. Me encanta eso, y la facilidad para tener la música más a mano.
Hace poco un chico de un sello uruguayo quería hacer una edición de La Síntesis O’konor en Uruguay – un disco que ya tiene cinco años -. Qué raro que quieran editarlo en CD y Vinilo, pensé. En mi cabeza, ese disco ya pasó, ya está escuchado. “Esto es un clásico, los clásicos se venden siempre”, me dijo. Me da un poco de vergüenza decirlo. Obviamente, hay niveles de clásicos: los clásicos y los clásicos dentro de nuestro contexto. Me puso contento, más allá de la importancia, significa que algo se mantiene en el tiempo. Genera algo a pesar de los años.
Elegiste Santiago Motorizado, ¿por qué no Santiago Corazón?
Lo pensé. Cuando empezamos a editar este disco de las canciones de Okupas. Santiago Motorizado, Santiago Barrionuevo, Santiago Corazón. A Vicentico le gustaba Santiago Corazón. Santiago Motorizado nació como una especie de tributo a Los Ramones, cuyo apellido era el nombre de la banda (Joey Ramone, Johnny Ramone…). Corazón se me ocurrió cuando lo puse en twitter, me gustó. Como nombre de cumbiero, quizá fue una premonición del futuro. Aunque tampoco soy cumbiero, que no se enojen los cumbieros de verdad.
Me encanta. Tener un proyecto de música es más o menos como tener un espacio para flashear
Totalmente. Cuando nació este proyecto en solitario quería sacarme las ganas de hacer canciones más tranquilas, relajadas, acústicas; pero Él Mató fue llegando a esos lugares también. Esa vara se corrió y ahora me permito ir más allá. Flashear cualquier cosa, en todo sentido. Quizá de más joven no me hubiese atrevido a hacer una cumbia, lo hubiese visto como algo que estaba mal. Como si no me perteneciera. Cuando era joven era rock, o cumbia. Los límites se fueron disolviendo. Me encanta y me genera un placer enorme hacer cualquier género. Me motiva haber hecho esto y sentir que logré lo que había planeado. Me motiva a seguir más allá y para cualquier lado. Me copa el permiso que me da este proyecto de ir sin ningún reparo.
¿Y a dónde estás pensando ir con ese permiso?
¡Muchos lugares! En 2016, antes de La Síntesis O’konor, empecé a grabar un álbum de canciones. En febrero del 2017, al toque, fuimos a grabar La Síntesis a Estados Unidos. El álbum salió y la vida de la banda cambió mucho. Las giras, los shows. No hubo hueco para seguir esas canciones – de las que tenía la base -. Llegó la pandemia, tuve tiempo para reescuchar ese proyecto y ya no me gustó. No me gustó cómo había encarado la producción, pero las canciones me siguen gustando. En febrero 2021 las empecé a re-grabar de la forma que me gusta ahora, y sumé covers, canciones nuevas. Hoy tengo las bases y un margen para delirar e ir a otro lado, pero no tengo que dejar que pase el tiempo. Pasa el tiempo y las canciones – o sus formas – no te representan tanto. En fin, grabé cerca de 26 bases y me gustaría ir cerrándolas de a poco y sacarlas. Estoy pensando en colaboraciones raras con artistas que me gustan.
“Raras”, sería novedosas…
Claro, “raras” como con el álbum de Okupas, donde canté con artistas que pensé que nunca iba a cantar. Me motiva a seguir haciéndolo.
Okupas planteó una estructura y tuviste que hacer música para “resolver”, dentro de ella. Hoy esa estructura no está más…
Sí. Por momentos me genera cierto vértigo, pero cada vez menos. Tengo Él Mató y el nuevo proyecto con el que puedo ir para otros lugares. Estoy más viejo también, eso hizo que derribe prejuicios de antes. Hay una ruptura de barreras liberadora y divertida. Aunque hay ciertas cosas que conservo. Y las tengo claras. A la hora de escribir o componer una melodía, no es que vale todo o no tengo filtro.
¿Cómo viviste esto en Okupas?
Y, me mantuve dentro de las reglas de donde me metí, pero no tanto. Con el folklore por ejemplo, hice mi idea de folklore. Cuando hice la samba, mi viejo me vino a hacer comentarios de la métrica. Obviamente, algo me tenía que criticar mi viejo. Creo que hay un lugar donde uno dice: “¿Qué reglas con las que crecí tengo que olvidar y cuáles tengo que respetar?”. La música es infinita, todos los géneros tienen su gracia, su magia, su cultura y eso es apasionante. Esa es una barrera que rompí – antes – y después ejercí con Okupas. Entre el “canal de la liberación” y el “canal del ejercicio” hay que encontrar un equilibrio. ¿Cómo? No sé. Tampoco hay una verdad. Es parte de la locura creativa que a veces te enloquece, pero es apasionante.
Cuando salió la música, ¿te dio cosa que haya cumbieros escuchando tu cumbia?
Sí! Los dos escenarios posibles. Que los cumbieros digan “che, este quién es?” y que mis seguidores digan “nos traicionaste” (se ríe). La verdad es que no, me llegaron cosas muy positivas. Seguro este giro inesperado no le gustó a algunos, pero no importa. Lo disfruté un montón, pero no me preocupó. Obvio que lo pensé, porque pensar mucho es un problema que tengo, pero lo disfruté. Incluso Okupas me ayudó a liberarme, porque al final lo estaba haciendo por Okupas. No me levanté un día queriendo hacer una cumbia. El disparador fue Okupas, pero atravesar ese momento fue muy placentero. Estoy feliz por los que entendieron la mezcla de lo que estaba haciendo, la propuesta y mi impronta en cada canción.
Más allá de Okupas, ¿qué hermana estas canciones?
Es difícil. Siempre que encaro un disco, tomo canciones que vengo acumulando. Cuento con la seguridad de que son canciones que sé que me gustan hace tiempo, voy preparado, con tiempo. Acá, de repente era componer 40 canciones de la nada. Las hermana algo que tiene que ver con eso, con Okupas viví un momento creativo que no sabía que tenía. De golpe, componer, componer, componer.
Creo que las une un momento. Un momento muy extraño. Están hechas en poco tiempo y eso es algo nuevo para mí. Por un lado, hay algo muy potente que las une. Por el otro, lo heterogéneo del estilo las desune. Fue un momento especial de la humanidad y de mi vida personal también, atravese cambios muy profundos.
Imagino que te agotó
Total. Ahora estoy revisando nuevas canciones para el disco de Él Mató. Hay varias que me gustan mucho. Entre 10 y 15, pero les falta la letra. Tienen la melodía, los arreglos, las formas. Y me cuesta escribir. Siento que me agoté un poquito. No sé si existe eso, no sé si es una energía que se carga y se agota. En un punto, necesito algo que me mueva, que me sacuda para arrancar por lo menos. Siempre me pasa, siempre corro con las letras, llego al último día. En Okupas no pasó. Tenía la motivación, pero tenía que entregarlo. No tenía excusas. Y apareció! Y me sorprendió. Eso me motiva para el desafío que tengo ahora, si apareció en ese momento, significa que puede aparecer ahora.
¿Cuál es la diferencia entre cantar como Santi y cantar como Él Mató?
Son dos experiencias diferentes. Cuando estoy con la banda, me relajo en el aspecto artístico, me apoyo en la banda. Me concentro en cantar y lo vivo de otra manera. Cuando estoy solo me permito hacer más tonterías, suelen ser lugares más pequeños y me gusta interactuar con la gente. Cantar un rock, un tango, una samba, una cumbia me divierte. Rompe la cosa seria entre mi timidez y estar arriba del escenario también. Se vuelve más relajado. También me gusta lo que se genera con Él Mató. Es un show más oscuro, hermético, casi no hablamos. Es música. Tocamos y hablamos con las canciones. Como público, me encantan las dos cosas. Desde el hermetismo de Pixies hasta los shows de Vicentico o Lionel Ritchie. Arriba del escenario uno fantasea que puede hacer lo que hacen sus ídolos. Y sale lo que sale.
Ahora te vas al sur a tocar…
Me copa. Estuve en Uruguay, soy muy fan de la playa. Pero también me gusta el sur en verano. Los lagos, los bosques, las montañas. Me hice muchos amigos allá. Uno de ellos me llevó fuera del circuito turístico. Tengo un par de fechas y me motiva. Me encanta salir a la ruta, vamos en camioneta. Me encanta manejar. Siempre me gustó, pero ahora soy conciente de que son horas y horas en las que no tengo el celular y me genera un placer extra. Disfruto mucho las actividades en las que no podés usar el celular. Termina el partido de fútbol y además de “qué bueno estuvo el partido” es un “qué bueno no haber usado el celular” también. O meterse al mar, en Uruguay me quedaba horas en el agua, disfrutando el contexto, sin el celular. El día que se pueda mojar…
¡Una cantidad de shows por delante! Te emociona, te agobia…
Esta gira no. Me agobia un poco el todo. Con Él Mató vamos a vivir algo muy intenso. Vuelvo de la gira y nos vamos a Cosquín, Baradero, unas fechas por el sur. Después nos vamos para Asunción, Colombia, México, Europa, quizá volvamos por Costa Rica, El Salvador, Centroamérica. Si hay lugar, tengo planes de ir a grabar algo a Estados Unidos. El calendario se va llenando. Sé que todo va a ser divertido, pero a la vez me acostumbré tanto a otro ritmo que eso da un poco de vértigo. A priori, me copa todo. Esa parte que no deja de pensar está pensando. Pero estoy motivado, todo va a estar bien.
Por Josefina Armendariz para Billboard
